A los 100 años partió nuestro maestro, el doctor René Vásquez Tejo

Profesor ejemplar y riguroso, dirigente admirado y ciudadano comprometido, hasta sus últimos días dedicó sus esfuerzos a engrandecer la profesión que abrazó por más de siete décadas.

A los 100 años partió el ex profesor de la Universidad de Chile y ex dirigente nacional del Colegio de Cirujano Dentistas, René Vásquez Tejo. Nunca pasó inadvertido circulando por los pasillos del el edificio gremial, del cual conoció todos sus recovecos desde que el inmueble pasó a manos de la Orden.

Fue hasta el final un miembro activo del capítulo de jubilados, derrochando energía, entregando una sonrisa o una palabra de aliento a quien se le acerque.

Después de titularse de profesor de Biología y Química ejerció esa profesión hasta los 30 años, cuando ya casado y con un hijo, decidió volver a la Universidad de Chile para estudiar Odontología, con miras a aumentar el presupuesto de su familia.

Aunque pudo convalidar los ramos comunes, hubo uno que debió cursar desde primer año, y ese fue, irónicamente, química: el profesor de la cátedra lo quería como ayudante. Fue designado oficialmente a partir de su segundo año de carrera y comenzaron a encargarle incluso empleos remunerados. Aquel profesor, junto al rector de la universidad, que por aquellos años era Juan Gómez Millas, dejaron una huella muy importante en su formación académica y despertaron en él la vocación de la investigación.

Sus becas en Europa

Haber estudiado Odontología como segunda carrera le trajo más de algún inconveniente. Uno que lo marcó fue que el embajador de Bélgica no aprobara su beca a ese país, aunque había ganado el concurso para investigar sobre el calcio radioactivo. La excusa del diplomático fue que buscaban gente joven y Vásquez tenía ya 41 años. Después de ese traspié, y gracias a que tuvo un excelente desempeño estudiantil, logró adjudicarse en 1958 una beca a París para conocer los trabajos dentales que se realizaban en Europa, que “eran muy similares a los chilenos, aunque allá existía la figura del estomatólogo”, nos cuenta. De su estancia en la capital gala recuerda con orgullo haber compartido con Frédéric Joliot-Curie, Premio Nobel de Química 1935, quien lo invitó a conversar sobre el trabajo que se hacía en Chile, y lo actualizó sobre sus investigaciones sobre elementos transuránicos de los cuales sacaban materiales radioactivos. “Llevaban 3 años sin terminar aún la pesquisa y yo aparezco en uno de sus trabajos publicado en una revista indexada. Trabajamos en un gas que se puede licuar a 180 grados bajo cero”, recuerda orgulloso.

El doctor Vásquez se tituló en 1962, y dos años después, ganó una beca de investigación para viajar a Praga, para interiorizarse sobre la fluoración. De ese viaje guarda sus mejores recuerdos, en especial de la ciudad de Olomouc, a orillas del río Morava.

Dr. Vásquez, el odontólogo

Cuando comenzó a atender pacientes, siempre tuvo el rol social en primer lugar. “Yo no participé en ese avance economicista. Atendí pacientes muy modestos siempre y muchos de ellos de iglesias. Era un agrado mejorar a una persona que no tenía plata pero que quedaba feliz cuando ya algo se había hecho por su salud. Era una satisfacción espiritual enorme”, comenta. Trabajó para el Hogar de Cristo y para la Vicaría de la Solidaridad. Cada verano tomaba sus implementos y en su citroneta recorría los 1.235 kilómetros que separan Santiago de la localidad de Molulco, cerca de Chonchi en Chiloé para llegar a atender a los feligreses de una parroquia. “Los pacientes recorrían largos trechos a pie para ser atendidos. Caminaban durante horas. Y, aunque el servicio era gratuito, siempre llegaban con mallas de papas, mariscos y hasta flores en agradecimiento”.

Sus más de cinco décadas como odontólogo le permitieron al doctor Vásquez ser testigo de cambios importantes en la profesión. “Yo empecé manejando un motor a pedal, y tenía que mover el pie muy rápido para conseguir la velocidad suficiente para romper el esmalte. Eso cambió totalmente. Había que usar fresas especiales de carburo y tungsteno. Hoy, la alta velocidad tiene un sinnúmero de aplicaciones. Otro gran cambio fue la mejora de los anestésicos y de los analgésicos, que hoy en día ayudan muchísimo a que el paciente no sienta dolor ni durante ni después del tratamiento”.

Pero lo nunca debe cambiar, siempre dijo, son la solidaridad y la necesidad de investigar. Esta última “es muy importante en cualquier profesión del área médica. No se puede llevar adelante una práctica sin estar al tanto de los avances en investigación. El profesional que se dedica a esto debe hacer investigación, presentar trabajos y no quedarse solamente en la parte técnica. Todos los avances se han conseguido gracias a la investigación. Un buen ejemplo son los implantes”.

René Francisco Vásquez, uno de los odontólogos más brillantes de Chile y un maestro que deja un legado que no se puede expresar del todo con palabras.